Feliz día de los abuelos...

La celebración del “Día de los Abuelos”, fue una iniciativa de la Iglesia norteamericana que poco a poco se está generalizando en diversos países del mundo católico, y es auspiciada por la ONG “Asociación Internacional Edad Dorada” que organiza hoy concentraciones de abuelos, hijos y nietos. El propósito de la celebración es reconocer, honrar y exaltar el papel de los abuelos en las familias y la sociedad en los tiempos modernos, cuando la liberalización de las costumbres ha debilitado sensiblemente la autoridad de los padres y a la familia tradicional. El día tiene motivo por celebrarse la Fiesta de los Santos Joaquin y Ana, abuelos de Jésus.

La madrugada del 15 de julio falleció mi abuela paterna, Francisca Ana Tais de Brizio, la “abuela Francisca”. Mi última abuela que quedaba en vida. Yo conocí solamente a mis abuelas; mi abuelo Luís (paterno) falleció cuando mi padre era chico y mi abuelo Juan (materno) falleció cuando yo tenía apenas un año.

A mis dos abuelas, las he querido mucho y con ambas viví en diversas etapas de mi vida muy cercano a ellas. Con mi abuela Francisca viví la niñez muy cercana a ella. En el transcurso de mis estudios secundarios viví casi seis años en la casa de mi abuela materna, la abuela Mecha.
En este caso al estar cerca el sentimiento de su fallecimiento me referiré a mi abuela paterna para homenajear a mis cuatro abuelos, pero esto no significa una preferencia por una u otra.

Vivía a la vuelta de casa, pero teníamos un pasadizo secreto que conectaba directo al patio de la nona Francisca, como le decía cuando era chiquito pero a ella le gustaba más que le dijeran abuela, es que los patios se unían formando un largo codo en el interior de la manzana.

El mío tenía más recovecos y árboles, entonces era el circuito de karting; el de ella, en cambio, era el estadio de fútbol. ¡Los partidos que River le habrá ganado a Boca en ese estadio! Para que contarte los golazos que allí hicieron el Beto Alonso, el Enzo, el cabezón Rugeri, y el pájaro Canigia (pero con la banda roja). Ni que decirte los tiros al ángulo que atajaba Neri Pumpido, Comizo y Goicochea.

Cuando yo nací la abuela tenía 63 años, el último 20 de febrero cumplió 93 años. Mujer de mucho ímpetu, de ella escuché palabras como respeto, valores, siempre preocupada por mis amistades y encargada de alagar a los buenos amigos. Más de una vez me decía “que buen pibe”, refiriéndose a algún amigo mió.

Pero, estábamos en el patio… El arco, era la boca del galpón para guardar los vehículos.
El galpón era alto y le construyeron una boca del tamaño de un arco. ¡Las locuras que uno hacia de niño! Jugaba solo… ¡Sí solo! Pero te puedo asegurar que ese patio era un estadio, y allí corrían 22 tipos.

La otra opción era la galería en el frente de la casa. La galería tenía una columna, y entre esa columna y la pared eran los palos y el techo de la galería el travesaño. Enfrente estaba la pared del vecino donde hacía rebotar la pelota y cuando volvía la atajaba. Y en la voz de ese niño se representaban las voces de grandes relatores como Fioravanti, el gordo Muñoz y Víctor Hugo Morales.

¡Dani la leche!... cuando no era el cóctel, como ella lo llamaba. Alrededor de las 17 la abuela me hacía la leche y cuando había alfajorcitos de maicena con dulce de leche, eso era un lujo. Generalmente, ligaba los que guardaba cerca de la fecha del cumpleaños de algunos de nosotros, los nietos; somos seis, el único varón el que subscribe.

¡Y cuando había cóctel ni te cuento!... El cóctel era la yema del huevo, azúcar y café con leche, cuando era un poco más grande le agregaba algún bermusito. ¡Que rico por Dios! Hasta los ochenta y pico iba sola a juntar los huevos al gallinero. Era una roca la abuela, jamás la conocí enferma.

Su marido, mi abuelo, falleció cuando mis tíos y mi papá tenían entre 9 y 13 años, se podría decir que los crió solita. A mí me enseño a rezar, a respetar al prójimo, me alentaba a laburar. Como no recordar los termos Lumilagro chiquitos de color azul y verde que ella se encargaba de llenar con mate cocido caliente cuando tenía 9 o 10 años e iba al campo con mi tío. Se encargaba también del sándwich, y el pasa montaña en el invierno.

En la casa de mi abuela vi los goles del Diego a los ingleses y también allí toda la familia se juntó a ver la final del 86, porque la abue tenía TV a color, que en casa todavía era blanco y negro. Y también allí más de una vez miré al llanero solitario y su caballo blanco que al relinchar me causaba admiración.

¡Ah y desde luego!... Por allí pasaban los ratones más ricos a la hora de la caída de los dientes y ni te digo lo que dejaban por una muela… No te miento, si te digo que más de una vez pasaban dos veces por el mismo diente.

¡Y los inviernos! Cada año se encargaba de las vitaminas C de los nietos para que no se engripen, nos compraba las famosas Cal-C-Vita, capsulas naranjas que se diluyen en agua, y uno las esperaba porque eran dulces. Ni te cuento de los pulóver que nos tejía.

Por esto y mucho más gracias abuela… Gracias al patio, el cóctel, el amor, el compromiso de ayudar a criar un nieto, las vitaminas y los pulóver, los rezos y los consejos; puedo ser el tipo que soy y de lo cual estoy orgullosamente agradecido, por eso que descanses en paz.

En los recuerdos de mi abuela Francisca quiero abrazar simbólicamente a mis cuatro abuelos y derramar un gigante abrazo para todos los abuelos… Feliz día...

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