Empresas de innovación de impacto social


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                                                                                                                                                                                       Diciembre 2012


Por: Daniel Brizio (Rosario) 
 Fotos: Njambre

Njambre es la primera aceleradora de este tipo de empresas de la Argentina, que tienen un fin social o ambiental pero utilizan mecanismos del mercado para ser sustentables.
Las llamadas nuevas economías van a estar basadas en el bienestar de las personas y el medio ambiente, precursoras del bien común.
Esta empresa social surgió en Rosario a principio de 2011 como Njambre Coworking. Se ofrece un espacio físico donde una comunidad de emprendedores de negocios comparten a diario con el objetivo de ser sostenibles y generar valor económico+social+ambiental, a través del co-trabajo. La empresa cuenta con servicios de alta calidad, como los de una corporación, pero a un bajo costo.
Federico Seineldin, de Rosario, Paula Cardenau, de Buenos Aires y Emiliano Fazio, de Mendoza fundaron Njambre Aceleradora, tras ver postergado en nuestro país el crecimiento de emprendimientos. “En estos territorios donde tenemos emprendedores de negocios y ONG, lo que empezamos a buscar es el modelo híbrido que son nuevas organizaciones, donde el dinero en vez de ser un fin es un medio para poder brindar justamente un fin social o ambiental. Terminan generando productos o servicios que le brindan una solución a sectores que son vulnerables o para mitigar el cambio climático”, comenta Seineldin, co-fundador de esta aceleradora.
En la cadena de valor puede haber personas postergadas, como el caso de la empresa social AMAGI, que diseña ropa para gente discapacitada y la mano de obra son, también, discapacitados. Se busca un producto que tiende a un sector y ese mismo sector puede producir sus productos.
Agrega Cardenau que “lo que hacen es poner las cadenas productivas o de valor al servicio de solucionar problemas de personas o comunidades que están excluidas. Entonces, por ejemplo, desarrollan tecnologías para mejorar la productividad de personas que viven en zonas rurales aisladas, que nunca tuvieron acceso y no porque no existieran; sino porque para una empresa tradicional no era negocio. Mientras que un emprendedor que lidera una empresa social lo que quiere es resolver el problema de productividad de la comunidad postergada, buscando la manera de llegar a ella”.
La mayoría de las empresas que hoy participan en Njambre como Aceleradora, como el caso de MamaGrande, Iyara, AMAGI y cuatro más que están en estudio para ingresar, son empresas de innovación de impacto social. Porque justamente producen innovación e impacto en energías alternativas, en tecnologías sociales y en el trabajo o empoderamiento de sectores vulnerados.
Complementa Seineldin diciendo que “se corren de lo típico, por ejemplo, poner un taller protegido de chicos discapacitados que hacen fundas para celulares, que es un trabajo mecánico; puede ser realizado por una empresa social u ONG, pero tratamos de salir de ese rubro porque hay muchos. Lo que estamos buscando es cómo le cambiás la vida a una persona de estas características, con una tecnología apropiada, para que pueda trabajar, no en un taller protegido, sino en una empresa común”.
“En este caso, IMAGI diseña ropa para que la gente con discapacidad se pueda vestir sola. Alguien que está en silla de ruedas no se puede vestir solo, siempre depende de otro, eso te baja el nivel de autoestima y te aumenta el nivel de dependencia con otras personas. Bea Pellizzari, que trabaja con ese sector dice: ‘yo voy hacer la ropa más linda, para que estas personas se vean más lindas y al mismo tiempo se puedan cambiar solas’. Eso es una empresa social de innovación de impacto”, ilustra Seineldin.
Otro caso sería el de “una empresa social de Mendoza que trabaja con pequeños productores, generando una comunidad de productores y consumidores que estén más conectados de lo que lo están habitualmente. Cuando el productor le pone un precio a su producto, el consumidor sabe cómo está constituido ese precio. El consumidor ve esto y colabora en toda la cadena de producción. Entonces el poder de este sistema de precios abiertos es una lógica totalmente distinta; crea un círculo virtuoso en donde todos se involucran para lograr la mejor calidad y el precio más justo de un producto”, agrega Cardenau.
Njambre trata de detectar este tipo de emprendimientos y como cuenta Cardenau, “nos ponemos al servicio de las empresas sociales para trabajar con ellas, y determinar juntos cuál sería el plan o modelo de negocio más adecuado para ellas y el objeto ambiental o social que desean alcanzar. Una vez definido eso, ponemos todas nuestras redes a disposición para conseguirles mentores especializados, brindamos capital semilla para arrancar más fácilmente, también los contactamos con potenciales inversores, les damos visibilidad, les generamos todo un proceso de trabajo en comunidad con otras empresas sociales porque se dan muchos desafíos que son comunes e inherentes a su ser”.
“En cuanto a nuestra financiación tenemos dos formatos: uno es recibir donaciones puntuales para proyectos específicos. Hoy nos están ayudando Fundación Avina –de Suiza– y Potencia Ventures –fondo de impacto norteamericano–; y por otro lado, estamos cediendo participación accionaria de Njambre a inversores. Estamos buscando U$S 200 mil, cediendo el 1 % de Njambre por U$S 20 mil a aquellos que tengan ganas de participar de cerca en las empresas sociales; poder introducirse en su proceso, en el contexto donde ellos trabajan y al mismo tiempo invertir en ellas”, dice Seineldin.
A los tres los unió la misma inquietud. Por un lado un modelo de vida agotado, “aunque hoy todos los empresarios se comporten bien sin contaminar y traten bien a su gente, las brechas que hemos generado en los últimos cincuenta años, tanto ambiental como socialmente, no son reparables”; y por otro lado, “las empresas sociales en otros países evolucionan más rápido y hay fondos que invierten en ellas”. Njambre Aceleradora nace como una incubadora de este tipo de economías, ya que quizás en nuestro país no surjan por no haber alguien que las acompañe desde un principio y pueda después ofrecer un portafolio de inversiones a fondos del exterior.


Nota Ciudad Nueva - Diciembre 2012