Iyara: Llevando luz a los que no tienen

                                                                                                                                         Por: 
 
Esta empresa social logra generar energía eléctrica de la corriente del río Paraná para los habitantes de las islas entrerrianas.
En sus incursiones recreativas por el río Paraná, Juan Pablo Mosconi descubrió que los habitantes de esas costas tienen serios inconvenientes para generar corriente eléctrica. A partir de allí, comenzó una búsqueda incansable en la elaboración de una turbina hidráulica para generar electricidad las 24 horas, utilizando la energía que contienen los ríos de llanura –de poca velocidad– producida a bajo costo e impacto ambiental.
Se recibió de ingeniero mecánico y su proyecto final fue justamente sobre este tema. Incursionó por varias empresas importantes hasta que fundó Iyara, una empresa social que desarrolla y aplica tecnologías apropiadas y apropiables que mejoren la calidad de vida de comunidades aisladas o postergadas, promoviendo la regeneración de su vida social, cultural, económica y ambiental.
“Me pareció interesante esta posibilidad de conectar mis conocimientos técnicos con este amor a la naturaleza y a las comunidades que viven en ella. Desde 2004 que tuve esta idea de poder aprovechar estos ríos para generar energía a esta gente. Tal vez teniendo energía de bajo costo podrían ser sustentables. Porque hay muchos de estos grupos que no logran sostenerse, entonces terminan mudándose a las grandes ciudades, donde crean nuevos focos de pobreza”, comenta el director de Iyara, combinación de tres palabras que en guaraní significan ‘igualdad’, ‘dueño’ y ‘futuro’.
“Mapeamos aproximadamente unas 77 mil personas en el litoral argentino que están a la vera de este tipo de ríos y no tienen energía; y también, sobre las márgenes de los ríos del este de la Patagonia. En Sudamérica hay alrededor de 2.5 millones de personas que pueden estar en condiciones de usar este tipo de turbinas. Toda la cuenca del río Amazonas es el grueso, pero también en Chile y en sectores de Paraguay”, comenta el joven ingeniero.
La capacidad generadora de estas turbinas depende de la velocidad del río; pueden alcanzar de 150w a 3,5 kwh, produciendo las 24 horas. Transforma energía cinética en energía eléctrica. Para un río donde la velocidad del fluido es de 1 m/s, como podría ser el Paraná, esta turbina genera 450w, equivalente a una energía diaria de 11,5 kwh/día, lo cual alimenta una heladera las 24 horas, una radio por 7 horas y hasta 8 lámparas por 6 horas, entre otros elementos.
El segundo prototipo está funcionando, desde julio, en la comunidad de pescadores El Espinillo, ubicada en las costas entrerrianas frente a la ciudad de Rosario. La colocación debe tener una profundidad mínima de dos metros. Se puede abastecer de una a varias casas. Actualmente la turbina provee una casa donde habitan 10 personas. El creador dice que “de una producción muy artesanal, fuimos mejorando los procesos para comenzar a trabajar en serie. En ese aspecto, hemos desarrollado proveedores, matricería y estamos adecuando nuestro propio taller, que se localizará en Soldini”.
En este proyecto surgen varias complejidades; una es la parte económica y otra es cómo llegar a esas comunidades, cómo vender, ya que tienen poco poder adquisitivo: “Nuestros usuarios podríamos dividirlos en dos, aquellos de bajo poder adquisitivo y los que tienen medio o alto poder adquisitivo. Hay desarrollos ganaderos, emprendimientos de turismo y particulares que también están en estos sectores. Ahí es donde tenemos que planear estrategias para poder vincularnos con otras empresas que pueden hacer micro finanzas. Creamos canales con los gobiernos provinciales, ONG y cooperativas que pueden hacer ese nexo entre el usuario final y nosotros”.
Para llegar a los más necesitados de esta tecnología “ya contamos con una persona de estas comunidades; porque la idea es que la misma gente que conoce muy bien el entorno y sus necesidades pueda incorporarse a la empresa en la instalación o venta. Nos parece muy valioso darles la posibilidad de lograr otro desarrollo económico”, comenta el forjador de la micro turbina MT 300.
Hoy cuentan con un pedido interesante en la Patagonia y están desarrollando un proyecto con los gobiernos de las provincias de Santa Fe y del Chaco. “Nuestra idea es crecer y fortalecernos en el litoral argentino. Pero además tenemos pedidos de cotización de Holanda, Perú, Chile; hay mucha gente que tiene esta necesitad”, dice el experto en ingeniería industrial.
Mosconi también empezó a desarrollarse en otros aspectos para dar empuje a este emprendimiento. Adquirió conocimientos que, según él, la facultad no enseña y se anotó en concursos de planes de negocios. A través de ellos empezó a vincularse con otras personas que de alguna forma se sumaron al proyecto, como Federico Seineldin, hoy socio y por el cual empezó a formar parte de Njambre Aceleradora.
Y los reconocimientos no tardaron en llegar. En 2010 fueron pre-seleccionados en la tercera etapa del concurso BI50K por el Instituto Balseiro. En 2011 Iyara fue elegida como empresa con mayor impacto social en el concurso BID Challenge Argentina, organizado por la fundación holandesa NETWORK, lo cual le brindó la posibilidad de participar del mismo certamen a nivel mundial en Holanda –noviembre de 2012– y fue seleccionado entre los ocho mejores emprendimientos de impacto del planeta.
Queda un largo camino por recorrer, pero es destacable la labor, como profesionales, de incluir en sus planes de negocio al otro y al medio ambiente, ya que la otra posibilidad con la que contaban era la de recurrir a generadores con combustibles fósiles, con lo que ello significa. El cambio tiene que ser una posibilidad latente de regenerar y no tapar baches, o seguir por el mismo camino. La esperanza es que proyectos como el de Juan Pablo Mosconi ya están en funcionamiento. Y tienen tres cosas fundamentales que son el motor de esta causa común: juventud, formación profesional y la mirada puesta en la necesidad del otro.