Una solución ambiental: Tratamiento de efluentes cloacales


                                                 Noviembre 2012                                  
                                                                                                           Por:  )

En la localidad de Totoras, provincia de Santa Fe, a través de un sistema novedoso y natural, se purifica el agua de efluentes cloacales haciéndola reutilizable, produciendo bienes rentables.
La encargada de purificar el agua de efluentes cloacales haciéndola reutilizable es una planta acuática conocida como lenteja de agua, portadora de almidón, con el cual se puede producir etanol y plástico biodegradable; hoy originados a partir de alimentos, como el maíz, o recursos no renovables como el petróleo.
Luego de dos años de investigación se está realizando esta primera prueba piloto a campo, tras un acuerdo llevado a cabo por la empresa social MamaGrande y la Municipalidad de Totoras. El abogado Uriel Bernardi, al frente del Programa de Producción Ambiental, cuenta que “el Ente Regulador de Servicios Sanitarios nos había labrado un acta a comienzos del año por condiciones deficientes”. Esta localidad procesa los desechos líquidos de sus casi 11 mil habitantes en dos lagunas de cuatro hectáreas de extensión que se encuentran a unos 800 metros del casco urbano y a unos mil del arroyo Las Totoras.
Este ensayo pionero en nuestro país se encuentra en esta laguna estabilizadora de cloacas. Se está realizando en dos plenos a fondo de aproximadamente 11 m2, donde se sembraron las lentejas de agua y unos microorganismos que colaboran en el proceso. Sebastián Lagorio, Licenciado en Biotecnología y co-fundador de esta empresa basada en la innovación recombinante, comenta que “diseñamos un sistema en el cual los tratamientos de efluentes cloacales, de feedlots o industrias alimenticias se transforman y pasan a ser una fábrica de biomasa; fabricamos plantitas que tienen un uso para productos de alto valor agregado, como ser bioetanol combustible o insumos críticos para la generación de plástico biodegradable”.
Según Lagorio, “estas plantas acuáticas son de la familia Lemnaceae, de la cual hay 500 subespecies relevadas, comúnmente llamadas lentejas de agua. Estas aumentan su tamaño y se empiezan a dividir –duplicando su masa en 48 horas–, van limpiando mientras crecen, a la vez que producen almidón. También estamos secuestrando dióxido de carbono por lo que se reduce el efecto invernadero”.
Se obtuvieron las primeras pruebas de agua con un mes de tratamiento, las cuales “gracias a un acuerdo que acabamos de firmar con Facultad de Agronomía de la UBA se podrá comenzar en paralelo con la investigación en laboratorio (con condiciones controladas) y el escalado en Totoras. Para ello, ya tenemos la mitad de la inversión necesaria para el plan de un año que culmina con la limpieza de los efluentes y una planta productora de etanol para esta localidad, que puede producir hasta 50.000 litros al año”, informa Eduardo Mercovich, biólogo y co-fundador de MamaGrande.
Una vez cosechada la planta, Mercovich dice que “la fermentación a etanol es más simple y probablemente el primer resultado que una comunidad puede obtener, ya que es inmediatamente usable en el lugar como combustible. El ácido láctico tiene más valor económico, pero requiere una transformación algo más compleja y se debe exportar, ya que por el momento no se hace en el país”.
Desde la Municipalidad se figuran tres objetivos: “Primero intervenir todo el predio de lagunas del municipio y tener el equipo para producir combustible ecológico; segundo, con el excedente de lentejas que comience a producirse, llevarlas a todos los privados para que empiecen a aplicar este tratamiento en sus lagunas; y finalmente motivar a empresarios para invertir en este negocio, pensando que esto va a escalar a nivel nacional”, manifiesta Bernardi.
MamaGrande es una empresa social biotecnológica que regenera ecosistemas y servicios naturales, creando trabajo y productos con valor económico. Se transforma el agua contaminada, tierras infértiles y gente sin trabajo, en agua limpia, gente con trabajo digno e inclusivo, produciendo etanol o plástico biodegradable y alimento animal. Lo hacen creando desarrollos eco-efectivos de origen renovable, reintegrables al ciclo natural. Decidieron no patentar la tecnología, sino publicarla y abrirla a todas las comunidades interesadas en aplicarla en su región.
Mercovich compara las empresas sociales con una bicicleta: “La rueda delantera le da la dirección, la misión de la organización, indicando para dónde ir; y la rueda trasera son las actividades que realizan generando dinero que permite avanzar hacia la dirección a la que apunta la rueda delantera”.
“Son una nueva organización, que parece un híbrido entre una organización civil (fundación, ONG) en cuanto a su misión de mejorar el mundo en algún aspecto: salud, educación, vivienda, trabajo, ambiente, etc.; pero para lograrlo usa los mecanismos de una empresa. Es decir, genera productos y/o servicios que le dan independencia de terceros donantes. Otra característica es que no hay reparto de capitalización: se pagan los sueldos, los gastos y el sobrante se reinvierte”, agrega Mercovich.
Federico Seineldin, integrante de MamaGrande y co-fundador de Njambre (primera Aceleradora de Empresas Sociales en Argentina), completa diciendo que “no existe en Argentina una personería jurídica específica para las empresas sociales. La mayoría de las organizaciones se monta sobre una sociedad comercial, asociaciones civiles o ambas. MamaGrande se sustenta con el aporte de sus fundadores; con una inversión de Njambre, a través de un crédito paciente; o subsidios e inversiones privadas. Estamos actualmente en la búsqueda de capital para terminar el escalado del proyecto en las 4 hectáreas”.
Ellos creen que este es el modelo futuro de las empresas, ya que según argumentan, el actual modelo competitivo está agotado y las implicancias ambientales son devastadoras. Se necesitan empresas involucradas en los problemas sociales y ambientales; con los mecanismos del mercado al servicio de estas causas. Consideran que las empresas sociales no son la solución a todos los problemas actuales, pero son un camino posible y necesario para ejercitar el cambio sistémico que se necesita.
Nota Ciudad Nueva - Noviembre 2012

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