Reivindicación del diálogo nacional

En estos últimos días se ha escuchado hablar mucho de la palabra “diálogo”. La palabra diálogo proviene del griego διά (diá… a través de) + λόγος (logos, palabra, discurso). A través de la palabra o el discurso. Es una modalidad del discurso oral y escrito que se da en la comunicación entre un emisor y un receptor que interactúan. Se concibe al diálogo como un proceso de generación de sentido y de construcción de significados comunes entre actores individuales y colectivos.


“En este proceso de comunicación, cabe destacar la importancia asignada a la construcción interpersonal y colectiva de significados comunes que hacen posible la materialidad del Diálogo; más allá de la recta intencionalidad, reclamada por algún discurso ingenuo de la política, como condición suficiente para asegurar la confiabilidad del buen diálogo” decía el Licenciado en Ciencia Política, Juan Carlos Herrera, en una monografía publicada por Internet allá por el año 2002, en el marco de la solicitada Mesa de Diálogo promovida por el Presidente Eduardo Duhalde.


A este entender, el diálogo debe servir para subsanar heridas que el paso de la historia a dejado en la sociedad. Uno escucha hablar de oligarquía, cabecita negra, golpista, y hasta reivindicaciones a momentos que jamás quisiéramos vivir los argentinos. Ojo que no solo las reivindicaciones son malas, la apología de esos momentos también lastiman. Utilizar esos momentos para juzgar abiertamente a punta de dedo en forma deliberada a quien piense distinto, no solo no aporta a dialogar, sino que es hasta danino. Sí, es justo que pague quien deba pagar pero también es hora de la reconciliación y arrepentimiento social dentro del mismo proceso de generación de sentido y de construcción de significados comunes ya citados en la concepción de un diálogo.


Los “argentinos y argentinas” tenemos vastos ejemplos de pedidos de diálogo a medidas que se impusieron si un previo coloquio y escuchando las necesidades del sector damnificado bajo la legitimidad del poder democrático. Sector, en este caso, que que también en su descontento ha cometido errores afectando a otros ciudadanos. Medidas que cambian en su metodología y hasta en el sentido de porque fueron aplicadas. Sabremos en un futuro si quedan vacías de las soluciones que vinieron a proponer.


Cuando se escuchan términos hirientes para referirse a otro sector de la sociedad, es preocupante, porque a dónde quedaron las bases de aquella Mesa de Diálogo pedida justamente desde la presidencia de turno en el 2002, que convocó las bases de diversos sectores del país. Claro, no puedo menos que recordar del aquel momento los gestos de Mons. Jorge Casaretto de profundo cansancio físico por el trabajo que aquello había generado y el profundo dolor humano por el vació en el que cayeron.


Hay entonces que hacer un claro ejercicio de la memoria, no solo de los hechos trágicos de nuestra historia, sino también de los profundos esfuerzos de reconciliación del pasado para generar una “construcción interpersonal y colectiva de significados comunes que hacen posible la materialidad del Diálogo”. Basta de te hago esto porque vos hiciste o fuiste esto, acaso, ¿no es caer en lo mismo? Buscar justicia no es hacer justicia por mano propia aún gozando de un derecho institucional en un cargo transitorio otorgado por el pueblo.


La construcción requiere reinstalar el respeto por el otro, aún teniendo la razón no me otorga el derecho de buscar en el discurso abierto socios de un acto que produce mucho daño social, y más que promover el diálogo suscita sentimientos de ira y resquebrajamiento social.


Cuidado, que la irritación puede ser un instrumento efectivo en las masas pero poco constructivo en un país y más aún cuando provienen de esferas como el Poder Ejecutivo. También cuando las disposiciones de presión para rectificar una medida llegan a la irritación caprichosa de producir el desabastecimiento de un país.


País que exige un diálogo donde interactúen las partes y no discursos contestatarios de sectores. Los momentos que estamos viviendo no solo quedaran en la historia por el hecho producido sino también como un momento clave para construir diálogo en base a los errores cometidos o como un volver a reincidir en errores del pasado por nacionalismos peligrosos.


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